miércoles, 28 de octubre de 2009

De vuelta a la Casita


No vinieron a recoger los pasos. Los quieren mirar, recordar o hacerles una foto.Hace muchos años se fueron del país. Lo hicieron pequeños, sin superar los diez años. Ahora vienen grandes, hablando otro idioma y con una sonrisa que no les cabe.De pequeños vivieron en la Casita de Nicolás, ese lugar que les dio la mano cuando sus padres biológicos los dejaron. Luego llegó esa pareja que los miró, se enamoró de ellos, se los llevaron consigo, les mostraron otro mundo y les cambiaron la suerte. Llegaron sus padres, los de toda la vida. Esos que decidieron adoptarlos.Y ya grandes, con apellidos que poco se escuchan por estos lados decidieron volver. Una visita que, coinciden, necesitaban hacer.Fabio Elizalde y Jean Baptiste no se conocían, aunque los dos viven en Bélgica. Lo hicieron ayer, cuando coincidencialmente se encontraron en La Casita de Nicolás.Fabio tenía nueve años cuando la mamá se marchó de casa. Eran él y otros seis hermanos. En la Casita pasó un año, hasta cuando sus padres, españoles, se lo llevaron con otros cinco hermanos. El mayor no se quiso ir.De sus nueve años recuerda que trabajaba, limpiaba carros o "hasta pedía plata". Eso hasta que llegó a la Casita y entró a estudiar a la escuela. Luego se fue.Su regreso era un sueño. Primero de reencontrarse con su hermano y segundo, ver la Casita. Esa que está distinta y en la que durmió varios días. Así también encontró a Medellín.Armando los recuerdosEl balón de un lado a otro, un poco de risas y Jean Baptiste parecía todo un niño. "Espero que tengan una vida similar a la mía", dice, refiriéndose a todos los pequeños que se encontró.No sabe mucho de su historia, porque a él se lo llevaron cuando tenía seis meses. Sus padres son de Bélgica y tiene una hermana menor, que adoptaron allá. Lo que sí ha tenido siempre es su hoja de adopción, la que le dio pistas, pero que vino a completar. "No tienen muchas fotos", señala.Llegó con Melanie Bera, su novia francesa y viajarán hasta Bolivia.La noche antes de visitar la Casita, Jean no durmió. Estaba impaciente. Hace 25 años se fue de allí. Regresar, le pareció difícil: hace esos años, él estaba esperando que sus padres, le cambiaran la vida.Fabio y Jean son felices y no tienen que decirlo. Son, agradecidamente felices.
Contexto
Piruetas y piruetas para ser feliz
A Juan De Valk la Casita de Nicolás se le hizo familiar. Cuando se lo llevaron tenía nueve meses. Regresó tres años después por su hermana adoptiva, Marisol.Vinieron con sus dos padres desde Holanda. Andan buscando algún familiar, pero también llegaron, dice Sita Dijkstra, la mamá, que "a oler las raíces".La adopción fue para estos cuatro jóvenes, una suerte, y en eso coinciden. "Es todo un descubrimiento y la posibilidad de que tú como niño, no tengas ninguna otra preocupación más que jugar", cuenta Fabio Elizalde
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/D/de_vuelta_a_la_casita/de_vuelta_a_la_casita.asp

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